Palacete barroco con fachada espectacular y detalles mozárabes. Cuenta la leyenda que aquí se celebraban fiestas interminables; hoy puedes admirar su patio y soñar despierto. Su interior guarda secretos y alguna que otra leyenda curiosa.

En el siglo XVIII, el marqués de Salvatierra organizaba fiestas tan largas y extravagantes en esta mansión que se decía que las estrellas bajaban a cotillear. Los criados encendían cientos de velas y la música se oía desde la Plaza Mayor. Un día, llegó un juglar con un espejo antiguo que reflejaba no tu rostro, sino lo que más deseabas en la vida. El marqués se vio a sí mismo viajando descalzo y feliz por los campos, y se asustó. Tomó la decisión de dejar la vida de lujos y se fue sin despedirse, prometiendo devolver la fortuna al pueblo. Cuentan que en la noche de San Juan, quien se mira en el espejo del vestíbulo ve un destello de su deseo más profundo. Algunos visitantes se marchan en silencio, otros se ríen al verse comiendo churros. Y por alguna razón, cada vez que hay fiesta en Ronda, las luces de este palacio parpadean como si alguien encendiera velas en las galerías, recordando las noches en las que la música hacía bailar hasta a la Luna.

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