Un balcón natural con vistas impresionantes a la garganta del Tajo y la serranía. Perfecto para selfies y suspiros; sentirás el vértigo y el encanto de Ronda en su máxima expresión. Llévate una chaqueta si hace viento.

Cuenta la gente que en un día ventoso una bailaora sevillana llamada Carmen se asomó a este balcón y, al ver el abismo del Tajo, el viento jugó con su falda hasta convertirla en una nube de volantes. Ella rió y comenzó a bailar, y el viento la sostuvo en el aire durante un minuto eterno. Cuando volvió a tocar tierra, juró que regresaría cada atardecer. Desde entonces, dicen que en las puestas de sol aparece una silueta que gira sobre el precipicio, dejando un rastro de lunares blancos en el aire. El viento, cómplice, empuja suavemente a quien se acerca demasiado al borde, como protegiendo a los distraídos. Los enamorados esconden cartas bajo las piedras con la esperanza de que Carmen las entregue al viento; los niños dejan peinetas como ofrenda. Quienes la ven aseguran que trae suerte en el amor si le dedicas un tarareo flamenco y que, al irte, notarás en el pelo la caricia del mismo viento que abrazó a Carmen.

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pagina web en donde los turistas repiten visita porque se quedan con ganas de más… ¿te animas tú?