Construido en el siglo XVIII, este arco es la entrada a la antigua ciudad. Observa sus piedras centenarias y cruza bajo él imaginando carruajes y caballeros atravesándolo. Desde aquí se domina la entrada y se hacen fotos geniales.

Bajo esta puerta monumental, reconstruida en el siglo XVIII tras un terremoto, un soldado de Felipe V prometió a su novia que volvería a casarse con ella cuando terminara la guerra. Dicen que nunca regresó, y que ella se convirtió en una anciana que cada día colgaba una cinta roja en la piedra, esperando su sombra. Una noche de lluvia, un anciano desconocido dejó una carta en el alféizar con una rosa seca; cuando la mujer la encontró, sonrió y desapareció. Desde entonces, las parejas que cruzan este arco se besan y esconden bajo la piedra una cinta imaginaria, pidiendo a su vez que su amor sea más fuerte que cualquier ausencia. Algunos aseguran haber visto un arco iris perfecto sobre la puerta en las mañanas de niebla, y los niños dicen que hay que pasar sin mirar atrás para que el soldado los guíe. Quizá al cruzar tú también notes una presencia amable que te anima a confiar en tus promesas.

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